Osho enfatizó la importancia de una historia trascendental en la transmisión de la tradición del Zen, donde Buda representa la fuente y Mahakashyap emerge como el pionero, el primer maestro del Zen. Esta narrativa es esencial para comprender el alma de esta tradición, una de las más ricas y vibrantes en la historia de la humanidad.
Imaginemos la escena: una mañana, Buda se presenta ante una multitud con algo inusual en su mano, una flor. Esto intrigó a todos, ya que nunca antes había llevado algo consigo durante sus enseñanzas. Buda se sentó en silencio bajo un árbol, sin dirigir palabra alguna, simplemente contemplando la flor. La gente esperaba ansiosa sus palabras, pero el silencio persistió, aumentando la inquietud entre la multitud. Fue entonces cuando Mahakashyap, incapaz de contenerse, estalló en risas.
Buda, notando la reacción de Mahakashyap, lo llamó hacia él y le entregó la flor. Dirigiéndose a la multitud, dijo: «Todo lo que se puede expresar con palabras, ya lo he dicho. Aquello que trasciende las palabras, se lo doy a Mahakashyap». Este gesto, conocido como «transferencia de la llave sin escrituras», representa un momento crucial en la historia del Zen, más allá de la comprensión verbal, más allá de la mente misma.
Nadie, ni siquiera Mahakashyap ni Buda, explicaron el significado de este acto en ese momento. El episodio quedó suspendido en el aire, dejando a la posteridad con la pregunta: ¿Qué representaba esta «llave» que Buda transmitió a Mahakashyap? Esta historia, en apariencia esotérica, contrasta con la racionalidad que caracterizaba a Buda en sus enseñanzas cotidianas. Sin embargo, para el Zen, este fue el momento fundacional, donde Mahakashyap se convirtió en el primer custodio de la esencia del Zen.
A través de la historia, se reconoce que Mahakashyap fue el primero de una sucesión de seis custodios en India, culminando con Bodhidharma. Sin embargo, incluso Bodhidharma, tras buscar en vano en su tierra natal, se vio obligado a buscar fuera de India, temiendo que la «llave» se perdiera. Este relato, aparentemente misterioso, encapsula la esencia del Zen, trascendiendo lo verbal y lo lógico, y señalando hacia la comprensión más allá de las palabras y el pensamiento.